26 diciembre 2012

La historia del Narciso







                                                     (en el prólogo de “El Alquimista”)

Narciso, era un hermoso muchacho 

que todos los días iba a contemplar 
su propia belleza en el lago.

Estaba tan fascinado por sí mismo, 

que un día cayó dentro del lago y murió ahogado.
En el lugar donde cayó 

nació una flor a la que llamaron narciso.


Pero Oscar Wilde 
ponía fin a la historia de esta manera:



El decía que cuando Narciso murió, 
vinieron las Oréiadas -diosas del bosque- 
y vieron el lago transformado, 
de un lago de agua dulce, 
en un cántaro de lágrimas saladas.


-¿Por qué lloráis?- preguntaron las Oréiadas.

-Lloro por Narciso, - respondió el lago.
-Oh, no nos extraña que lloréis por Narciso
-prosiguieron diciendo ellas-.

Al fin y al cabo, 

a pesar de que todas nosotras 
le perseguíamos siempre 
a través del bosque, 
vos erais el único 
que tenía la oportunidad 
de contemplar de cerca su belleza.


-Entonces, ¿era bello Narciso?- preguntó el lago.


-¿Quién sino vos podría saberlo?- 
respondieron, sorprendidas, las Oréiadas-.

Después de todo, 

era sobre vuestra orilla 
donde él se inclinaba todos los días.


                                            El lago quedóse inmóvil unos instantes.
                                                                   Finalmente dijo:

-Lloro por Narciso, 

pero nunca 
me había dado cuenta 
de que Narciso fuese bello.


-Lloro por Narciso 

porque cada vez 
que el se recostaba sobre mi orilla 
yo podía ver, 
en el fondo de sus ojos, 
mi propia belleza reflejada.




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