04 diciembre 2012

El Portero del Prostibulo





EL PORTERO DEL PROSTÍBULO


No había peor oficio en el pueblo que ser portero del prostíbulo.


 ¿Pero qué otra cosa podría hacer aquel hombre?

De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni 


oficio.



Un día, se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes muy creativo y emprendedor


 y decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y citó al personal para dar las nuevas 

instrucciones. 

Al portero, le dijo: 

-A partir de hoy, usted, además de estar en la puerta, va 

a preparar un reporte semanal donde registrará la cantidad de personas que entran y 

además anotará sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio.


-Me encantaría complacerlo, señor!, pero no se leer ni escribir. 


-¿Cómo?... ¡cuánto lo siento, pero tendré que prescindir de sus servicios!

 -Pero señor,usted no me puede despedir, ¡yo trabajé en esto toda mi vida!. 

-Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted, no sabe hacer lo que necesito,

le vamos a dar una

 indemnización hasta que encuentre otra cosa, aunque sera difícil si no sabe usted leer ni 

escribir.


Lo siento y que tenga buena suerte.

 Sin mas, se dio vuelta y se fue.


 El portero sintió que el mundo se le derrumbaba. ¿Qué hacer?...

 y recordó que en el prostíbulo, cuando se rompía una silla o  una mesa, el 

lograba hacer un arreglo sencillo y provisorio. 

Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta conseguir un empleo, pero solo 

contaba con unos clavos oxidados y una tenaza derruida. 

Entonces pensó que usaría parte del dinero de la indemnización para comprar una caja de 

herramientas completa.

Como en el pueblo no había ninguna ferretería, debía viajar dos días en mula para ir al 


pueblo mas cercano a realizar la compra. 

Y emprendió la marcha. A su regreso, su vecino llamó a su puerta:

 -¡Hola!, ¿vengo a ver si tiene un martillo para prestarme?.   

-Si, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... ¡como me quede sin empleo!... 

-Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano. 


-Esta bien. A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta

. -Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende? 

-No puedo, lo necesito para trabajar y además la ferretería está a dos días de mula. -

Hagamos un trato - dijo el vecino. 

Yo le pagaré los días de ida y vuelta mas el precio del martillo, total usted está sin trabajar. 

¿Qué le parece?. Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días y aceptó. 

Volvió a montar su mula y a su regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.


-¡Hola, vecino!. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?, 


vengo a decirle que yo necesito unas herramientas y estoy dispuesto a pagarle sus cuatro 

días de viaje, mas una pequeña ganancia... es que no dispongo de tiempo para el viaje. 

El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, 

un martillo y un cincel. Le pagó y se fue. 

Recordaba las palabras escuchadas: ¡¡No dispongo de cuatro días para ir comprar!! 

Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que el viajara para traer herramientas. 


En el viaje siguiente, arriesgó un poco mas de dinero trayendo mas herramientas que las 

que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes.   

La voz empezó a correrse por el pueblo y muchos quisieron evitarse el viaje. 

Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que 

necesitaban sus clientes.        

Con el tiempo alquiló un galpón para almacenar las herramientas y algunas semanas 


después, adaptó una vidriera y el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo. 

Todos estaban contentos y compraban en su negocio. 

Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban sus pedidos, el era un buen cliente. 

Con el tiempo, las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganar dos 

días de marcha. 


Un día, se le ocurrió que su amigo el tornero, podría fabricarle las cabezas de los martillos


. Y luego, ¿por qué no?, las tenazas... las pinzas... los cinceles... y luego fueron los clavos y 

los tornillos... 

En diez años, aquel hombre se transformó en millonario con su trabajo como fabricante de 

herramientas. 



Un día decidió donar una escuela a su pueblo. 



En ella, además de leer y escribir, se enseñarían las artes y oficios mas prácticos de la 

época y en el acto de inauguración de la escuela el alcalde le entregó las llaves de la  

ciudad, lo abrazó y le dijo: 

-Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en 

la primera hoja del libro de actas de esta nueva escuela. 

-El honor sería para mi - dijo el hombre. -Nada me gustaría mas que firmar allí, pero no se

 leer ni escribir; soy analfabeto...

. -¿Usted? - dijo el Alcalde que no alcanzaba a creer. 

-¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? 

¡¡Estoy asombrado!!... me pregunto, ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y 

escribir? 

-Yo se lo puedo contestar - respondió el hombre con calma. 

Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería el portero del prostíbulo...





MORALEJA: 


Generalmente los cambios son vistos como adversidades.

 Las adversidades encierran bendiciones. 

Las crisis están llenas de oportunidades. 

Cambiar puede ser tu mejor opción, solo agrégale la frase celebre:


 "UNA PATADA EN EL TRASERO SIEMPRE IMPLICA UN PASO HACIA DELANTE".



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